Círculos Ecuménicos 25 de Abril de 2017

Originalmente publicado el  

Alix Lozano, Pastora y Teóloga, Menonita, Colombiana. Co-fundadora del Grupo Ecuménico
de Mujeres Constructoras de Paz (GemPaz). Su reflexión hace parte de los materiales de los Días de Oración y Acción por la Paz en Colombia.

Todas las personas en diferentes etapas y momentos de la vida buscan espacios de acogida, espacios sanadores, espacios de aceptación, de inclusión, de transformación. La violencia política, la delincuencia, la invisibilización, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual y la pobreza son algunas de las fuentes de estrés, soledad y trauma presentes en las realidades de las poblaciones colombianas.

En este momento se vive en Colombia, un proceso de paz, donde la reintegración de excombatientes a la vida civil es un hecho. El papel de espacios, círculos, grupos como instrumentos del amor acogedor y transformador de Dios es muy pertinente, en tiempos de paz y de construcción de la misma. Recordamos el texto de 2 Cor. 1:4 que dice: Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos para que nosotr@s podamos consolar también a las que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotr@s.

La hospitalidad es una práctica y un valor esencial en la vida de Jesús de Nazaret, como estilo de vida y en el contenido de su enseñanza. La hospitalidad, entendida como acogida incondicional a los seres más necesitados, y como un acto de amor incondicional. De hecho, a lo largo del Nuevo Testamento, se hace mucho énfasis en el concepto griego de filoxenia, que se define como amor al extranjero o al extraño.

La filoxenia no consiste únicamente en tolerar al otro, sino en amarle, es decir, en desear su bien. Xenos, que significa tanto ‘extraño’ como ‘extranjero’, designa tanto al forastero como al inmigrante como al exiliado. Se puede atribuir a todos los seres humanos extranjeros que tienen necesidad de ser acogidos en una tierra, lugar extraño. De este término se deriva, Xenofobia, que significa el rechazo a los extranjeros, a los extraños. En diversas parábolas y enseñanzas de Jesús, se hace referencia al deber de acoger a los otros y ofrecerles la casa.

Jesús va de camino y es recibido en una casa. La casa de sus amigos. Allí reposa, es servido y acogido. Aprovecha el ambiente amistoso para enseñar con amor. Aquellas mujeres, Marta y María, tendrán un movimiento especial en torno al Maestro y nos servirán de reflexión. En esa casa, Marta y María tienen una convicción y fuerza especial.

Marta y María tienen, cada una, una manera distinta de acoger, ser hospitalaria con Jesús. Marta lo hace mediante sus responsabilidades concretas de ama de casa, desde lo “normal”, es decir lo que mandan las normas de la acogida y de la hospitalidad; ella es símbolo de esa porción de pueblo que cree que con «cumplir» ya está arreglado todo, y por tanto el criterio de juicio para determinar el comportamiento de los otros es si cumplen o no.

María cumple también con la costumbre de acogida y de la hospitalidad, pero lo hace de un modo distinto, con una actitud novedosa que sale del corazón: estando atenta a la presencia del otro, en este caso de Jesús, sentada a su lado, escuchándole, ofreciéndole una relación personal, dándose ella misma. Jesús aprecia las dos maneras de hacerlo. Lo que hace Marta es importante, pero ella lo hace a partir de la norma, de lo legal, de lo cultural, en cambio María “escoge la mejor parte”, rompe lo tradicional: lo hace desde lo humano, desde la cercanía, desde escuchar y ver las necesidades del otro, que eran sus propias necesidades.

Es importante notar que Jesús no juzga a Martha, como a veces se cree, sino que la invita a ver, oír, y escuchar nuevas formas de relacionamiento, acogida que humaniza, donde lo que tiene sentido es SER, y no tanto HACER.

El llamado del Espíritu, la Ruah, es a que se acoja, se dé la bienvenida, se ofrezca la paz, a las personas que llegan a los diversos espacios como preludio en el camino de la reconciliación en Colombia, y que ha asumido un proceso de paz, donde gobierno y guerrilla han decidido ponerle fin al conflicto armado.

ORACIÓN POR LA PAZ

Dios de la vida,
Dios de la esperanza,
Dios de la justicia,
Dios de la Paz,
nuestras voces hoy se unen en un solo clamor,
el clamor que nace de lo profundo del corazón
de la humanidad y creación herida por la
guerra.
Para pedirte que sigas acompañando nuestra
historia
y derribando las barreras que nos separan para
que
puedan existir diálogos que nos lleven a la paz.

Dios de la vida,
Dios de la esperanza,
Dios de la justicia,
nuestras manos, nuestros sentimientos
y todo lo que somos
se unen en un solo sueño de amor
para caminar con todos los
que sufren en nuestro mundo y que,
a través de procesos de
resistencia construyen paz.
Ven Dios, llénanos de tu fuerza y
cárganos en tus abrazos cuando
nuestros pies no puedan caminar más.

Ven Dios.

-Diálogo Intereclesial por la Paz Hacedores y hacedoras de Paz en Oración Cartilla Litúrgica.

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